Recetas de cocina Chefuri.com


Nabos Caramelizados



Ingredientes

    -400 gr. de nabos
    -1 dl. de agua
    -200 gr. de azúcar

Preparación

Con un pelador o en su defecto con una puntilla pelaremos los nabos. Mientras podremos preparar un almíbar con los otros dos ingredientes, el agua y el azúcar.

Realizaremos un almíbar ligero, sin que la mezcla adquiera una gran consistencia, pero si que es cierto que deberemos dejar reducir el agua, por lo menos 1/4 de su volumen originario.

Utilizando una máquina cortafiambres, una mandolina o en su defecto una gran destreza con el cuchillo, cortaremos a un grosor muy pero que muy fino los nabos. El grueso del nabo no debe exceder de 3 mm, puesto que a mayor grossor de la hortaliza, mayor dificultad tendremos para caramelizarlo.

Cortaremos el nabo a lo largo, para que así tenga mayor presencia en el momento de presentarlo como guarnición. Llegado a este punto, con el nabo debidamente cortado y con el almíbar preparado, pasaremos a caramelizarlo.

Utilizaremos una goma de cocción antiadherente (Silpat), para realizar el horneado del nabo, pero antes, dejaremos remojarlo durante un mínimo de 10 minutos en el almíbar, para que el caramelizado se realice de forma uniforme.

Colocaremos los nabos en el silpat, y los caramelizaremos durante 8 minutos aproximadamente a una temperatura de 160 grados. No es necesario tapar los nabos, si no que dejandolos destapados, estos se coceran antes por dentro, quedando así muy crujientes. Es importante no excedernos en la temperatura de horneado, puesto que a más de estos 160 grados, es posible que se nos quemen.

Una vez que el nabo haya adquirido un color tostado, lo retiraremos del fuego y lo dejaremos enfriar. Cuando lo saquemos del horno, este todavia será elástico, debido al efecto causado por el calor, al igual que suceden con la mayoría de tejas elaboradas a partir de un alimento en crudo.

Una vez enfriado el nabo y de forma progresiva, se irá endureciendo quedando con la textura idónea, crujiente. Utilizaremos estos chips, para todo tipo de platos, ya sean pescados, carnes o entrantes frios.

Para guardarlos sin riesgo que pierdan su textura idónea, hay que reservarlos en un lugar seco, preferentemente en una caja de poliespán provista de una capa inferior de gel de sílice, que absorverá la humedad.