La belleza y las virtudes de la cebolla han seducido igualmente a artistas y científicos. Su forma esférica y la disposición concéntrica de sus capas, símbolo de eternidad, han entusiasmado más de alguna vez a algún pensador u orador. Para los cocineros, quienes desde siempre y en todas partes del mundo han ?usufructuado? de este magnífico bulbo, la cebolla encarna el secreto de un plato: da sabor, acentúa el gusto y da armonía y picardía a la mayoría de sus creaciones culinarias.
Originaria del Asia, su protagonismo en la cocina comienza ya en la prehistoria. Fue un alimento importante en el antiguo Egipto, donde la consideraban una ofrenda divina en rituales religiosos y para los griegos era fuente de salud, mientras que Alejandro Magno alimentaba a sus soldados con cebolla para acrecentar su fuerza física en las batallas.
En tiempos antiguos la cebolla era la trufa de los pobres, que por su potente olor solía causar desprecio y enojaba a los más aristócratas, se comía generalmente cruda y acompa?ada sólo de pan (?contigo, pan y cebolla?). Sin embargo, fue probablemente en estos sectores donde la astucia de los cocineros hizo de la cebolla un importante protagonista.
Casos notables son la sopa de cebollas, un clásico de la cocina francesa o la tarta alsaciana típica de la región de Strasbourg; los Varenikes y los Kniches, exquisitas preparaciones de la comida judía de origen ukraniano en base a papas y cebollas; las cebollas rellenas con fontina del Piamonte; los Pelmeni, bolitas de carne picada con ají y cebolla envueltas en masa, típicas de la cocina rusa; la tradicional tortilla espa?ola...
Especies de cebollas hay muchas, la más típica es Allium cepa, la redonda grande con cáscara dorada, pariente cercana del ajo. También están la cebolla blanca, la morada, el cebollín, el puerro y las chalotas , entre otras. Las cebollas son también una notable fuente de vitaminas y sales minerales, son un buen diurético y un excelente remedio contra las infecciones respiratorias.