La mantequilla también puede hacerse con la nata que resulta después de hervir la leche. Cada día, hay que ir recogiendo la nata con un colador y, bien escurrida, ponerla en un tarro en el frigorífico, hasta conseguir la cantidad deseada (la cantidad de mantequilla que puede salir de un vaso de nata es algo menos de la mitad). Al igual que con la leche cruda, hoy en día se tienen máquinas que hacen todo el trabajo, no está de más aprender a hacerla de una forma casera.
Poner la nata en una fuente honda o en un cuenco. Con un tenedor de madera, aplastar la nata hasta que vaya deshaciéndose para poder batirla. Batir con el tenedor hasta que la grasa se separe del suero. Se irán formando grumos cada vez más grandes.
Cuando los grumos sean ya bastante consistentes, colar la nata. Recoger la mantequilla con las manos mojadas en agua fría. Formar una sola bola, ponerla bajo el chorro del agua fría y manosear la bola para que vaya soltando los restos del suero. Su propio aspecto y consistencia dirán cuando está lista.
